Estimada familia Principito,
Junto con finalizar el año termina una hermosa travesía liderando los desafíos de la comunidad escolar del colegio El Principito. Fue un camino maravilloso, lleno de aprendizajes, aventuras y emociones que atesoraré por siempre. Como profesora, lo que me es más natural es enseñar y entregar herramientas para que los estudiantes avancen hacia su desarrollo integral. Sin embargo, hoy miro hacia atrás y siento que lo más importante es lo aprendido y esas sorprendentes lecciones que los niños nos dan cada día.
Trabajar con niños es lo más hermoso de esta profesión. Nos conectan con el valor de las cosas simples, con la mirada desprejuiciada de la sociedad y con la magia de la vida. Eso me lo llevo en el corazón y siempre estará ahí como combustible para avanzar hacia los siguientes desafíos.
Las despedidas siempre conllevan una mezcla de emociones que luchan entre ellas para imponerse. La alegría de la misión cumplida, el miedo de lo que viene, la pena de lo que se deja atrás. Y tal como le he ensañado a mis alumnas y alumnos, no voy a escoger una, porque la vida es la permanente mezcla de todas ellas y nuestra misión es que su convivencia siempre nos movilice hacia lo positivo.
Junto con el aprendizaje, me llevo otro gran tesoro: la amistad. Porque cuando todo pareciera desmoronarse, cuando me faltaron fuerzas, cuando el obstáculo parecía mayor a las capacidades, ahí estuvo la comunidad Principito para alentarme.
Docentes, asistentes de la educación, apoderados, directivos, familia Principito, muchas gracias por ser parte de esta historia, de mi historia. Gracias por ser luz en el camino, por ser esperanza en el oficio, por ser alegría en la convivencia, por ser fortaleza en la construcción, por ser talento en la formación. Gracias por siempre estar ahí.
¡Hasta siempre!